sábado, 8 de octubre de 2011

Un blog para gravar lo que se desea decir



Existe un BLOG elaborado por expertos en informática ubicados en BRASIL que en vez de escribir en él, lo que hacen las personas es gravar lo que desean explicar. Si les interesa conocer esa novedad en seguida colocaré el enlacen de esa herramienta que se llama GENGIBRE:

  • GENGIBRE,HACER CLICK AQUI
  • Robert Edwards (Biólogo)


    "En el futuro cualquier varón podrá engendrar, incluso sin espermatozoides"

    Este biólogo, que se niega a declarar su edad –“Tengo la edad que siento”, comenta– y ha sido padre en cinco ocasiones, se doctoró en Edimburgo y ha dedicado su vida a la reproducción humana. Tras haber fundado con su más íntimo colaborador, Steptoe, la Clínica Bourn Hall de Cambridge, especializada en el tratamiento de la infertilidad, en la actualidad es director científico de la London Women’s Clinic.


    El 25 de julio de 1978, el nombre de Robert Edwards apareció en la primera página de los periódicos de los cinco continentes. Había nacido el primer bebé probeta del mundo, la niña inglesa Louise Brown, y él había sido, junto a su más estrecho colaborador, Patrick Steptoe, ya fallecido, el autor del milagro.

    Con el primer llanto de Louise Brown, se iniciaba una auténtica revolución que ha modificado profundamente los medios de reproducción humana. La fecundación in vitro se extendió rápidamente, permitiendo que cientos de miles de parejas con problemas de infertilidad lograsen lo que el destino les había negado: un hijo.

    En las salas del Domus, el centro interactivo sobre el ser humano que se inauguró el pasado mes de abril en La Coruña, Edwards, miembro del comité científico de esta institución, contemplaba los módulos relacionados con su especialidad. Sobre todo, aquel donde se muestran fotografías tomadas con un microscopio en el que se puede ver un embrión de un par de días.

    A pesar de las miles de entrevistas que ha soportado desde que empezó a ser famoso, da la impresión de que este biólogo aún no ha aprendido a posar, aunque obedece sin rechistar al fotógrafo y aguanta al periodista que le pregunta lo mismo que ya ha tenido que responder miles de veces.

    –¿Cree que Louise Brown se siente, por sus orígenes, diferente al resto de los jóvenes de su edad?

    –En absoluto. La sigo viendo con cierta frecuencia y creo que ella se siente normal. Lo único que a veces le molesta, y más que a ella a sus padres, es el acoso al que se ven sometidos por parte de la prensa y de la gente. Llevan 17 años siendo noticia por un hecho que se ha convertido después en algo muy corriente.

    –Con el nacimiento de Louise, usted y el doctor Steptoe revolucionaron la reproducción humana. ¿Habían previsto que la fertilización in vitro se convertiría en este boom?

    –De alguna manera, sí. Los problemas de fertilidad afectan a cerca del 15 por 100 de las parejas y generan estados depresivos y problemas matrimoniales. Esto explica que estos métodos se hayan extendido rápidamente. En la actualidad, existen en el mundo unos 150.000 niños nacidos gracias a estas técnicas, y ya no hay prácticamente nadie que no pueda ser tratado de forma adecuada de infertilidad.

    –¿Cuántos años estuvo dedicado a la fecundación in vitro hasta que consiguió llevarla a buen término?

    –Trabajé en esto durante más de 20 años. Desde 1968, con el doctor Steptoe.

    –Otros investigadores buscaban el mismo resultado hacía años. Incluso, un grupo australiano consiguió implantar un embrión en 1973, pero el embarazo no llegó a buen término. ¿Qué les permitió conseguirlo antes que nadie?

    –El punto decisivo no fue la gestación de Louise, que supuso la culminación de un proceso, sino conseguir blastocitos (las primeras células resultantes de la fertilización) in vitro, lo que nosotros logramos en 1971. Pero para convertir este embrión en un bebé tuvimos que resolver muchos más problemas, como conseguir que el embrión se asentara bien en el útero. Había que establecer un control estricto de los medios de cultivo y lograr la perfecta comprensión de todos los procesos implicados en la gestación.

    –¿Cómo se sentía durante el embarazo de Louise?

    –Fue algo delicioso. Por primera vez, todo había sido realizado correctamente en un mismo intento: tuvimos un maravilloso embrión in vitro, que se convirtió en un maravilloso feto y pronto se convertiría en un maravilloso bebé.

    –¿Qué le parece la expresión “niños probeta”, que se ha impuesto en todo el mundo?

    –Es un término poco afortunado, pero la gente comprende su significado y ha perdido el sentido peyorativo. Detrás hay una ciencia que ha resuelto muchos problemas.

    –La fertilización in vitro y las técnicas asociadas que han surgido después han generado numerosas disputas éticas...

    –La sociedad siempre se ha enfrentado con problemas éticos en el campo de la reproducción. Éstos no han surgido con las nuevas técnicas. En los últimos 200 años ha habido cambios muy importantes –la esterilización, la contracepción, el aborto, la homosexualidad, etc.–, que se han enfrentado a los usos y costumbres anteriores y han forzado cambios sociales, legales y de conceptos éticos. También la reproducción asistida ha modificado las nociones y las leyes sobre la donación de gametos, los derechos del embrión, la investigación con embriones, la subrogación de la maternidad (madres de alquiler)... Hay que llegar a un acuerdo sobre su conveniencia y su utilidad.

    –¿Cree que se están exagerando los problemas éticos?

    –Me preocupa la gente que siempre dice ¡alto! cuando hay que decir ¡adelante!

    –En 1986, Jacques Testart (el científico que realizó la primera fecundación artificial con éxito en Francia) renunció a seguir trabajando en este campo por consideraciones éticas y escribió un libro, El embrión transparente, en el que explicaba sus argumentos. ¿Qué opina de las razones que le llevaron a tomar esta decisión?

    –Creo que Testart cometió un grave error personal y científico, porque con su reacción contribuyó a poner en entredicho una técnica que no plantea tantos problemas morales como a veces se dice. No entiendo ni acepto las razones que le llevaron a tomar esta postura.

    –Entonces, ¿considera que no se debe limitar el uso de estas técnicas?

    –Creo que hay que regularlas, pero estimo que las leyes que se han elaborado y que están vigentes en el Reino Unido y en España, que las conozco bien, son suficientes.

    –Más allá de las posibilidades legales, el debate ha dado lugar a una nueva disciplina, la bioética. ¿Qué papel debe jugar en este campo?

    –Para mí, la palabra ética siempre ha estado ligada a la ciencia. Los científicos tenemos la competencia y los conocimientos necesarios para poner los límites éticos a la investigación, aunque creo que también deben participar los gobernantes y el público en debates y discusiones que vayan aclarando los problemas. Lo que no creo es que deban existir grupos de presión como los que hay en algunas partes, que se dedican a suscitar controversias ocultando intereses dudosos.

    –En su última encíclica, el Papa se ha mostrado contrario a la fecundación artificial. Cuénteme cómo le contestaría...

    –Le diría que se preocupara por conocer a las familias que tienen el problema y por amar a los niños nacidos gracias a estas técnicas.

    –¿Qué opina de algunos casos que han suscitado grandes escándalos, como la elección de sexo, el embarazo de mujeres mayores de 60 años o el empleo de madres de alquiler?

    –Pienso que hay que dar a los seres humanos tanta libertad como sea posible, sin penalizar las posibilidades que la ciencia va abriendo. Sólo cuando la sociedad se vea seriamente amenazada podrán ponerse límites a estas posibilidades.

    – La reproducción asistida se ha desarrollado desde 1978 a una enorme velocidad. ¿Por dónde cree que irán los avances que se produzcan en los próximos años?

    –Se incrementarán los porcentajes de éxito de la fertilización in vitro; en el futuro, cualquier varón podrá engendrar, incluso sin espermatozoides, utilizando las células precursoras de éstos, y se progresará en el campo del diagnóstico y el tratamiento quirúrgico de los embriones antes de su implantación. Todo lo concerniente a la reproducción humana sufrirá un cambio sustancial durante el próximo siglo.

    –En este momento, ¿cuál es el porcentaje de éxito que hay?

    –Por cada embrión implantado, el porcentaje de éxito está entre el 15 y el 20 por 100. Pero un tratamiento completo, en el que se empleen tres embriones de reserva, tiene un 40 por 100 de posibilidades de lograr un embarazo.

    –¿Qué investigaciones está desarrollando en la actualidad?

    –Seguimos intentando conocer mejor los procesos de gestación y las enfermedades genéticas y las derivadas del desarrollo del embrión.

    miércoles, 5 de octubre de 2011

    Falleció Steve Jobs fundador de Apple



    Ha fallecido a los 56 años de edad el gran GURU de la Empresa Apple o sea Steve Jobs. Después de luchar desde el año 2004 con un cáncer en el pancrea, hoy deja un recuerdo inborrable que estuve muy bien reflejado en su discurso a los alumnos graduados de la Universidad de Stanford (USA).


    Esto dijo el genio de Apple a los estudiantes de la Universidad de Stanford.

    Ocurrió en 2005, cuando Jobs fue invitado a hablarles a los estudiantes que se graduaban en la universidad con sede en California. El discurso tuvo tres puntos, el último de ellos sobre la muerte.

    Estas fueron sus palabras.

    "Tengo el honor de estar hoy aquí presente en la ceremonia de graduación de una de las más prestigiosas universidades en el mundo. A decir verdad, esto es lo más cerca que estuve jamás de una graduación universitaria. Hoy deseo contarles tres relatos acerca de mi vida. Eso es todo. Nada del otro mundo. Simplemente tres relatos.

    El primer relato es acerca de unir los distintos puntos.

    Abandoné los estudios en Reed College después de los primeros 6 meses, pero luego permanecí como oyente por otros 18 meses aproximadamente antes de dejarlos completamente. Así que, ¿por qué abandoné?

    Todo comenzó antes de que yo naciera. Mi madre biológica era una joven soltera, graduada universitaria, que decidió colocarme en adopción. Creía enérgicamente que debía ser adoptado por universitarios graduados, de modo tal que todo se organizó para que fuese adoptado al nacer por un abogado y su esposa.

    Excepto que cuando emergí ellos decidieron a último momento que deseaban una niña. Así que mis padres, que estaban en una lista de espera, recibieron una llamada en el medio de la noche que decía: "Tenemos un varoncito inesperado, ¿lo quieren?" Dijeron: "Por supuesto." Mi madre biológica averiguó más tarde que mi madre adoptiva nunca se había graduado de la universidad y que mi padre nunca había terminado el colegio secundario. Se rehusó a firmar los papeles definitivos de adopción. Solo se avino a hacerlo unos meses después, cuando mis padres le prometieron que algún día yo iría a la universidad.

    Y 17 años más tarde fui a la universidad. Pero ingenuamente elegí una universidad que era casi tan cara como Stanford, y todos los ahorros de mis padres de clase trabajadora se estaban destinando a mis aranceles universitarios. Luego de seis meses, no le encontraba sentido a esto. No tenía idea de lo que quería hacer con mi vida y tampoco de qué manera la universidad me ayudaría a resolverlo.

    Y aquí me encontraba desperdiciando todo el dinero que mis padres habían ahorrado durante toda su vida. Así que decidí abandonar los estudios y confiar que todo se arreglaría eventualmente. Era una decisión bastante temerosa en ese momento, pero a la distancia fue una de las mejores decisiones que pude haber tomado. En el momento en que abandonara la universidad podía dejar de asistir a las clases que no me interesaban, y sí participar como oyente de aquellas que parecían interesantes.

    No todo fue romántico. No tenía un dormitorio, así que dormía en el piso en las habitaciones de amigos, devolvía las botellas de gaseosa para obtener los 5 centavos de depósito para comprar comida, y caminaba las 7 millas a través de la ciudad cada domingo por la noche para recibir una buena comida una vez por semana en el templo Hare Krishna. Me encantaba. Y mucho con lo que tropecé más adelante como consecuencia de hacerle caso a mi curiosidad e intuición resultó no tener precio después.

    Déjenme darles un ejemplo: Reed College en ese momento ofrecía quizás el mejor aprendizaje de caligrafía del país. En toda la ciudad universitaria cada cartel, cada etiqueta en cada cajón, era caligrafiado a mano de una manera bellísima. Dado que había abandonado los estudios y no tenía que asistir a las clases normales, decidí tomar un curso de caligrafía para aprender cómo se hace eso. Aprendí acerca de los tipos de letra con trazos de pie, cómo variar la cantidad de espacio entre diferentes combinaciones de letras, todo aquello que hace que la admirable tipografía sea grandiosa. Era hermoso, histórico, artísticamente sutil de un modo que la ciencia no puede captar, y yo lo consideraba fascinante.

    Nada de esto albergaba siquiera la mínima esperanza de alguna aplicación práctica en mi vida. Pero diez años más tarde, cuando estábamos diseñando la primera computadora Macintosh, todo volvió a mi mente. Y lo volcamos todo en la Mac.

    Era la primera computadora con bellísima tipografía. De no haber asistido a ese único curso universitario, la Mac no hubiera tenido nunca tipos de letras múltiples o fuentes espaciadas proporcionalmente. Y dado que Windows simplemente copió a Mac, es posible que ninguna computadora personal las hubiera tenido. De haber proseguido mis estudios universitarios, no hubiera asistido a ese curso de caligrafía, y las computadoras personales no tendrían la maravillosa tipografía que tienen.

    Por supuesto que era imposible haber unido los diferentes puntos mirando hacia el futuro cuando estaba en la universidad. Pero fue muy, muy claro al mirar para atrás diez años más tarde.

    Nuevamente, no se pueden unir los distintos puntos mirando para adelante; se pueden unir únicamente mirando hacia atrás. Así que deben confiar que de alguna manera los puntos se unirán en el futuro. Deben confiar en algo sus agallas, el destino, la vida, el karma, lo que sea. Este enfoque no me ha traicionado nunca, e hizo toda la diferencia en mi vida.

    Mi segundo relato es acerca del amor y la pérdida.

    Yo tuve suerte - descubrí lo que realmente quería hacer temprano en mi vida. Woz y yo comenzamos con Apple en el garaje de mis padres cuando tenía 20 años. Trabajamos duro, y en 10 años Apple creció de ser una empresa compuesta por nosotros dos en un garaje a una empresa de $2 mil millones con más de 4000 empleados.

    Habíamos lanzado nuestra creación más refinada - Macintosh - un año antes, y yo acababa de cumplir 30. Y después me despidieron. ¿Cómo se puede ser despedido de la empresa que uno inició?

    Pues, a medida que Apple crecía contratamos a alguien que yo pensaba que era sumamente talentoso para dirigir la empresa conmigo, y durante el primer año o más las cosas anduvieron bien. Pero luego nuestras visiones acerca del futuro comenzaron a diferir y eventualmente tuvimos una disputa.

    Al tenerla, nuestro Directorio lo apoyó a él. Así que a los 30 estuve afuera. Y bien afuera. Aquello en lo que me había concentrado durante toda mi vida adulta había desaparecido, y fue devastador.

    Realmente no supe qué hacer durante unos pocos meses. Sentía que había decepcionado a la anterior generación de emprendedores - que había soltado la batuta mientras que me la estaban pasando. Me reuní con David Packard y Bob Noyce y traté de disculparme por haber echado a perder las cosas de tal manera. Yo representaba un fracaso público muy importante, y hasta pensé en retirarme del valle.

    Pero poco a poco empecé a darme cuenta que todavía amaba lo que estaba haciendo. El curso de los acontecimientos en Apple no había cambiado eso para nada. Había sido rechazado, pero aún amaba lo mío. Así que decidí empezar de nuevo.




    No me dí cuenta entonces, pero resultó que el hecho de haber sido despedido de Apple fue lo mejor que me pudo haber pasado. El peso del éxito fue reemplazado por la facilidad de convertirme en un principiante una vez más, con menor certidumbre acerca de todo. Me dio rienda suelta para ingresar en uno de los períodos más creativos de mi vida.

    Durante los próximos cinco años, inicié una empresa llamada NeXT, otra empresa llamada Pixar y, me enamoré de una maravillosa mujer que se convertiría en mi esposa. Pixar llegó a crear el primer largometraje animado por computadora en el mundo, Toy Story, y en la actualidad es el estudio de animación más exitoso a nivel mundial.

    En un giro destacado de acontecimientos, Apple adquirió NeXT, volví a Apple, y la tecnología que desarrollamos en NeXT está en lo más recóndito del renacimiento actual de Apple. Y tenemos, Laurene y yo, una maravillosa familia juntos. Estoy seguro de que nada de esto hubiera pasado de no haber sido despedido de Apple. Fue un trago amargo, pero creo que el paciente lo necesitaba.

    A veces la vida golpea en la cabeza con un ladrillo. No pierdan la fe. Estoy convencido de que lo único que me mantenía en curso era que amaba lo que hacía. Deben encontrar lo que realmente les apasiona. Y esto es tan cierto respecto del trabajo como lo es respecto del amor. El trabajo les llenará una parte importante de sus vidas, y la única manera de sentirse realmente satisfecho es realizar lo que consideran un gran trabajo. Y el único modo de realizar un gran trabajo es amar lo que uno hace.

    Si no lo han encontrado aún, sigan buscando. No se conformen. Así como sucede con todos los asuntos del corazón, sabrán cuando lo hayan encontrado. Y, así como sucede en cualquier gran relación, mejora más y más a medida que transcurren los años. Así que sigan buscando hasta que lo encuentren. No se conformen.

    Mi tercer relato es acerca de la muerte.

    Cuando tenía 17, leí una cita que decía más o menos lo siguiente: "Si vives cada día como si fuera el último, algún día seguramente tendrás razón." Me impresionó, y desde entonces, por los últimos 33 años, he mirado en el espejo cada mañana y me he preguntado: "¿Si hoy fuese el último día de mi vida, querría hacer lo que estoy por hacer hoy?" Y cada vez que la respuesta ha sido "No" durante demasiados días seguidos, sé que debo cambiar algo.

    El recordar que estaré muerto pronto es la herramienta más importante que he encontrado para ayudarme a tomar las grandes decisiones en la vida. Porque casi todo - todas las expectativas externas, todo el orgullo, todo temor a la vergüenza o al fracaso - todas estas cosas simplemente desaparecen al enfrentar la muerte, dejando sólo lo que es verdaderamente importante. Recordar que uno va a morir es la mejor manera que conozco para evitar la trampa de pensar que hay algo por perder. Ya se está indefenso. No hay razón alguna para no seguir los consejos del corazón.

    Me diagnosticaron un cáncer hace un año aproximadamente. Me practicaron una tomografía computada a las 7:30 de la mañana, y claramente mostraba un tumor en mi páncreas. Yo ni sabía lo que era el páncreas. Los médicos me dijeron que éste era seguramente un tipo de cáncer incurable, y que no llegaría a vivir más de tres a seis meses. Mi médico me aconsejó ir a casa y arreglar mis asuntos, que es el código médico para prepararse para morir.

    Quiere decir que hay que tratar de explicarles a los hijos todo aquello que pensaba que iba a tener diez años para contarles, en pocos meses. Significa asegurarse de tener todo puntualmente arreglado de modo que sea lo más fácil posible para la familia. Significa empezar a decir adiós.



    Pasé el día entero con ese diagnóstico. Luego por la tarde me realizaron una biopsia, en la que introdujeron un endoscopio por la garganta, a través del estómago y hasta los intestinos, pusieron una aguja en mi páncreas y retiraron algunas pocas células del tumor.

    Estaba sedado, pero mi esposa, que estaba allí, me dijo que cuando vieron las células bajo el microscopio los médicos comenzaron a gritar porque resultó que era una forma muy rara de cáncer pancréatico que se cura mediante cirugía. Me realizaron la cirugía y estoy bien ahora.

    Fue lo más cerca que me encontré de la muerte, y espero que sea lo más cerca que me encuentre por varias décadas. Habiendo pasado esto, les puedo decir lo siguiente con un poco más de seguridad que cuando la muerte era un concepto útil pero puramente intelectual: Nadie quiere morir. Aún la gente que quiere ir al cielo no quiere morir para llegar allí. Y sin embargo la muerte es el destino que todos compartimos.

    Nadie ha logrado escapar. Y así es como debiera ser, porque la muerte es muy probablemente la única mejor invención de la vida. Es el agente de cambio de la Vida. Retira del camino lo viejo para dar paso a lo nuevo. En este momento lo nuevo son ustedes, pero algún día no demasiado lejano, gradualmente se convertirán en lo viejo y se los sacará del camino.

    Lamento ser tan dramático, pero es realmente cierto.
    Su tiempo es limitado, así que no lo malgasten viviendo la vida de otro. No se dejen atrapar por el dogma - que implica vivir con los resultados de las creencias de otros. No permitan que el ruido de otras opiniones ahogue vuestra voz interior. Y lo que es más importante, tengan el coraje de seguir a sus corazones e intuición. De algún modo ellos ya saben lo que ustedes realmente quieren llegar a ser. Todo lo demás es secundario.

    Cuando era joven, existía una publicación maravillosa llamada The Whole Earth Catalog, que era una de las biblias de mi generación. La había creado un sujeto llamado Steward Brand no demasiado lejos de aquí en Menlo Park, y le transmitió su toque poético.

    Esto sucedía en los últimos años de la década de 1960, con anterioridad a la publicación mediante computadoras personales y de escritorio, así que todo se llevaba a cabo con máquinas de escribir, tijeras, y cámaras polaroid.

    Era una clase de Google en edición rústica, 35 años antes de la aparición de Google: era idealista, y desbordante de herramientas prolijas e ideas importantes. Stewart y su equipo publicaron varias ediciones de The Whole Earth Catalog, y luego cuando había cumplido su ciclo, publicaron una edición final.

    Esto sucedía a mediados de la década de 1970, y yo tenía la edad de ustedes. En la tapa de la edición final había una fotografía de un camino rural a primeras horas de la mañana, del tipo de ruta que ustedes caminarían si fueran tan aventureros. Debajo de la foto aparecían las siguientes palabras: "Si no se tiene avidez por el conocimiento, no se conocerá el éxito".