Dice Albornoz que : si algún efecto útil y positivo generan las nuevas leyes relacionadas con educación superior y ciencia y tecnología es que abren un debate sobre el tema.
El mismo, en el mundo de las ideas, supone para quien participa en el juego esgrimir argumentos que son sometidos, a su vez, al escrutinio crítico. Werner Sombart, en 1939, discutía el tema en un artículo suyo
referido a la relación entre ciencia y economía.
Decía el sociólogo alemán que la ciencia es un fenómeno histórico único, con ciertas características que no voy a mencionar en esta oportunidad.
Tomo sí, como tema de mi análisis, comentar una postura epistemológica que omite historicidad alguna en la noción de ciencia y que, además, supone que la ciencia debe ser libre porque "...forma parte del pensamiento".
La frase es atribuida a la decana de Investigaciones de la Universidad Simón Bolívar, según una entrevista por Roberto Giusti publicada en El Universal (13 de diciembre de 2010).
Expresó la doctora Elia García que "la ciencia tiene que ser libre porque forma parte del pensamiento". Es una frase enigmática que envuelve una ignorancia inoportuna acerca de lo que es ciencia, la noción de libertad y, por ende, la de pensamiento. La ciencia no "forma parte del pensamiento" sino que es un modo de percepción, tan
subjetiva como toda otra apreciación a partir de las posibilidades cognitivas.
Interpreto que, según esta postura, la ciencia deriva su libertad de la propia capacidad cognitiva, lo cual sería ignorar toda la psicología y epistemología contemporánea. La ciencia es social, histórica, y la percepción de eso que llamamos ciencia está condicionada por una serie de factores posibles de aislar que he
investigado empíricamente, en América Latina y el Caribe, y comparado mis hallazgos con aquellos de los investigadores en el ámbito internacional, que a su vez se generan en las condiciones de origen de clase social de los investigadores, su edad, tipo de entrenamiento, estado civil, origen étnico y así sucesivamente, sobre todo el género, esto último que alude al maravilloso prisma del sexo, porque así como
se supone que el cerebro "piensa" según el lado en donde se origina, también el sexo impone a la subjetividad una percepción específica.
La ciencia es histórica porque, además, evoluciona según una agenda que en modo alguno es "libre". La ciencia es una percepción cognitiva condicionada y, de hecho, interesada, porque no hay ni ciencia neutra ni amorfa. Hacer ciencia es responder a detonantes ideológicos prescritos por el entorno político que rodea la actividad de quienes se dedican a la ciencia.
La postura de la citada decana forma parte del conjunto necio de la mitología según la cual los científicos deben tener la más absoluta libertad para fijar su agenda, sin intervención de terceras personas.
Peter Medawar, premio Nobel de Medicina en 1960, en su libro The limits of science (1984) analiza a profundidad la calidad de las percepciones, incluido cómo la religión y el arte pueden ver a donde la ciencia no tiene cómo llegar.
Del mismo modo, entonces, que la ciencia es una manera limitada de percibir, en tanto búsqueda individual y personal; es una manera de percibir según las variables comentadas, sobre todo partiendo del hecho de que la libertad, por lo demás, es ideológica y es política.
Lo que ingenuamente propone la distinguida colega es el libre albedrío y la generación espontánea. Supongo que también propondrá que los ángeles sigan asexuados, pero ni esto es ya creíble en nuestro convulso universo vital y existencial, en donde la ciencia es un aparato, en forma inevitable, y como tal sujeto a las disputas como
las que ha estimulado en nuestra sociedad las posturas del actual Gobierno, sujetas a críticas, por supuesto, pero no condenas a priori, como ésta de la decana García, quien habla sin otros argumentos que señalar cómo "el golpe que le dieron a la ciencia augura tiempos oscuros".
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