Como parte de un esfuerzo continuo en los últimos años por reducir emisiones, dos de los estados más comprometidos con la lucha contra el cambio climático en Estados Unidos, Washington y Oregón, se lanzaron en 2008 de forma conjunta a explorar las posibilidades del Pacífico para producir electricidad.
Ese año, con 6,5 millones de dólares de apoyo del Departamento federal de Energía, las universidades estatales de ambos estados crearon el Centro Nacional de Energías Renovables Marinas del Noroeste (NNMREC, en sus siglas en inglés), que en su sede de Seattle (Washington) se centra en el estudio de la energía de las corrientes marinas, y en la de Corvallis (Oregón) en la de las olas.
Este último estado acaba de instalar en el mar el Ocean Sentinel, su primer proyecto piloto para analizar cómo funcionarían en Oregón las diferentes tecnologías existentes para obtener electricidad del movimiento de las olas, así como las posibles consecuencias de estas instalaciones para la biodiversidad de la zona, rica en grandes cetáceos como ballenas grises u orcas, o pelágicos como el pez luna.
MAR ADENTRO
Efe ha acompañado mar adentro a un equipo de biólogos e ingenieros de la Universidad Estatal de Oregón que cada día acude a esta instalación a medir la producción de energía, las corrientes oceánicas, la velocidad del viento, la amplitud de las ondas electromagnéticas o el ruido que genera.
El Ocean Sentinel, protegido por una cerca de boyas de un kilómetro cuadrado, comienza a divisarse algo más de una hora después de abandonar el puerto de Newport.
El dispositivo, que ha costado 1,5 millones de dólares, prueba varios prototipos de tecnologías para extraer energía de la subida y bajada de las olas, y ver cuáles funcionan mejor en esta zona o tienen más ventajas.
"La técnica que usan todas ellas es muy parecida: es como si pones una boya en la superficie del mar y la atas al fondo marino con un muelle dotado de un fluido hidráulico para producir electricidad. Cada vez que viene una ola, y esta zona es abundante en ellas, la boya sube y baja, y estira y comprime el muelle generando energía", explica uno de los miembros de la tripulación, el profesor de Ingeniería de la Universidad de Oregón, Adam Schultz.
En el caso de Seattle, una de las zonas del mundo con corrientes marinas más marcadas, se trata de aprovechar la fuerza de las subidas y bajadas de mareas para mover unas turbinas, similares a las eólicas y situadas a unos 25 metros de la superficie marina, y generar electricidad.
Este proyecto de energía de las corrientes colocará sus dos primeras turbinas a finales de 2013 en el estuario Puget, 50 kilómetros al norte de Seattle, donde la empresa local de electricidad planea usar la energía que produzcan de manera experimental para abastecer a 100 familias de la zona y demostrar si es viable para desarrollarla a gran escala.
De momento, los científicos de la Universidad Estatal de Washington trabajan sin descanso para que el día que entren en funcionamiento, estas turbinas submarinas de unos 15 metros de diámetro que se ubicarían a 100 metros de profundidad, generen electricidad "en condiciones económicamente rentables y ambientalmente aceptables", resume el ingeniero español Alberto Aliseda, uno de los pilares del NNMREC.
"Una de las incertidumbres a las que nos enfrentamos cuando iniciamos este proyecto fue diseñar una tecnología fuerte y durable en las condiciones marinas para que funcione al menos 20 años y la inversión sea rentable", indica Aliseda a EFE.
Las turbinas, que en este caso proveerá la empresa irlandesa Open Hydro a un precio de cerca de 2 millones de dólares, están fabricadas de fibra de vidrio y una especie de resina, y se conectarán a la red eléctrica a través de un cable submarino que llevará la electricidad hacia un transformador situado en la costa.
"Las turbinas son caras porque están en fase experimental y se trata de un mercado muy pequeño, pero la idea es seguir el patrón de la industria eólica, y en cuanto se pasen a producir a gran escala el coste bajará muchísimo y la energía de las corrientes será tan competitiva como la eólica", sostiene Jason Busch, director de la Fundación de la Energía de las Olas de Oregón (Wave Energy Trust).
Erin Greeson, portavoz del Proyecto Noroeste Renovable (RNP), una entidad que aglutina a entidades publicas y privadas para promover las renovables en la región, entre ellas empresas españolas como Iberdrola o NaturEner, cree que las tecnologías para explotar comercialmente estas dos formas de energía marina estarán disponibles en cinco años.
Previsiblemente, "comenzarán a explotarse en zonas remotas de difícil acceso a otro tipo de electricidad, para seguir expandiéndose al resto de zonas costeras aptas", agrega Aliseda.
"La energía marina no va a producir toda la electricidad que consumimos, pero es una forma de generación cien por cien limpia y sostenible, que utilizan un recurso inagotable -las olas y las corrientes- y será una de las alternativas a los combustibles fósiles y una de las soluciones para luchar contra el cambio climático", concluye Greeson.
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