Miguel H. Otero a sus trabajadores: "Aquí no hay miedo"
El presidente editor de El Nacional expresó que el diario "no se doblegará ante las presiones del poder que se propone liquidar las libertades y la democracia"
3 DE AGOSTO 2015 - 12:05 PM
En el día de hoy en que El Nacional alcanza su aniversario número 72, septuagésimo segundo, mis primeras palabras tienen que ser de gratitud. A los trabajadores de talleres y producción; a los de los distintos servicios; a los proveedores que nos acompañan; a los empleados de administración, finanzas, recursos humanos y ventas; al mundo que trabaja con los contenidos de nuestros distintos productos, profesionales del archivo, fotógrafos, diseñadores, editores y periodistas; a los gerentes de las diversas unidades de nuestra empresa; a todos les digo, reciban mi mensaje de agradecimiento.
En este momento, una vez más signado por la lucha a favor de las libertades, ninguna palabra es más preciosa que la palabra gracias. Gracias a todos los miembros de la C.A. Editora El Nacional por el esfuerzo que, día a día, hacen para mantener las operaciones y nuestro liderazgo en la sociedad venezolana.
Cada uno de ustedes contribuye a dar a conocer lo que sucede en nuestra Venezuela, a informar y denunciar con la verdad y con coraje. Porque para nuestra gran familia las armas con las que contamos son la pluma, la tinta, los conocimientos, los valores democráticos, y las ganas de tener una gran Venezuela. Aquí no hay miedo, han tratado de aniquilarnos de muchas maneras la última ha sido no darnos papel. Porque a este gobierno no le interesan los medios independientes, le temen a las verdades y la penosa realidad que vive el país, gracias a la solidaridad internacional a los países democráticos que saben que sin prensa libre no hay democracia, hemos podido imprimir el periódico. Han sido muchos los obstáculos que nos han puesto, pero con mucho orgullo decimos que hemos ido venciendo todas las trabas y hoy decimos con emoción que celebramos nuestro 72 aniversario y los que faltan por venir.
Siento profundo pesar al no estar en mi país, el no poder estar con ustedes en este día a día. Es mi primer 3 de agosto que no estoy presente, en esta fecha tan significativa para nuestro diario, para mi familia, para la gran familia de El Nacional, para mi. La tristeza y la nostalgia se me agudizan de no poder estar físicamente para celebrar y brindar con y por ustedes. También les digo que mantengamos la esperanza de que algún día, más pronto que tarde, todos los ciudadanos tanto venezolanos como también los extranjero, que algún día adoptaron a Venezuela como su patria ayudando a construir nuestro país y que hoy en día han tenido que refugiarse en otros países por diferentes razones, pondrán leer en El Nacional en su primera plana, ese gran titular que todos anhelamos: “Venezuela rescata la democracia”. Con seguridad les expreso, que ese día y ese titular van a llegar, no tengan dudas, es nuestro compromiso, el compromiso de El Nacional con el país y mi compromiso con ustedes.
El régimen ha destruido todo, tiene secuestrado los poderes. Entre ellos, el sistema de justicia se ha convertido en el escudo ideal para todo tipo de delincuencia y corrupción administrativa, por que no poseen ideales democráticos. Este régimen lo que fomenta con la impunidad son los desmedidos actos de corrupción y las continuas violaciones a los derechos humanos, no hay respeto ni límites, este régimen no le da valor a nuestras vidas, la inseguridad e ilegalidad van de la mano. La producción, el empleo y la propiedad privada la han destruido.
Hoy lamentamos inmensamente los atropellos del gobierno a esa maravillosa empresa venezolana que Polar, su marca está grabada en el corazón de los venezolanos. Nuestra solidaridad a la señora Leonor Giménez de Mendoza, a Lorenzo, a Leonor Mendoza de Gómez, a toda la Familia Mendoza, como a todos sus trabajadores. Pese a las adversidades recordemos su slogan ¡Si se puede! y cuenten con nosotros.
Las violaciones a los derechos humanos son inmensas, hay más de 70 presos políticos, más de 2.000 personas en régimen de presentación, decenas de episodios de tortura. El caso de Antonio Ledezma es terrible, detenido por la fuerza sin que mediara un papel legal ni una acusación. A Leopoldo López lo mantienen encarcelado, asilado sin respetarle sus fundamentales derechos humanos, su prisión de debe por pensar diferente. El gobierno llama a elecciones bajo presión pero sin condiciones justas ni equilibradas. A cinco representantes de la vida política que hace oposición los inhabilitan, a la valiente mujer María Corina Machado, al excandidato presidencial Manuel Rosales al exgobernador del Zulia Pablo Pérez, al exalcalde de Táchira Daniel Ceballos, a Enzo Scarano, exalcalde de San Diego. Estas inhabilitaciones cada día son más, y seguro, no se detendrán. Por que este gobierno tiene miedo. Elecciones sin revisión del registro electoral y todas las anteriores, son características de una dictadura férrea que, además utiliza el miedo y el terror, como instrumento de control político.
Venezuela mi país, donde nací, donde nacieron mis admirados padres Miguel Otero Silva y mi madre mujer ejemplar, María Teresa Castillo, donde nacieron mis abuelos. País que amo desde lo más profundo y duele decirlo, lo han convertido en un país destruido, sin estado de derecho, agobiado por problemas de toda índole. Da pena decir que el venezolano pasa hambre, que nos han convertido en un país donde hay que hacer colas de horas para conseguir algo de nuestra cesta básica o de medicamentos, sí es que se encuentran. Que no hablen más lo que llevan las riendas del país, los que destruyen a nuestra Venezuela, que no acusen a otros de traición a la patria cuando son ellos las que la traicionan, la mancilla e injurian, con su manera de actuar.
Ese amor a la Patria, quiero decir aquel amor justo, debido, noble, virtuoso; ese amor para bien, para construir un país, sólo existe en los hombres y mujeres de bien, que creen en la democracia.
En el régimen no veo algún afecto a la Patria; sólo veo un afecto delincuente, que se apodera de todo para perpetuarse, para aprovecharse y los más crueles de ellos, lo hacen para destruirla. Todos ellos gritan a los cuatro vientos e intentan engañar diciendo que quieren a Venezuela y a su pueblo. El gobierno acusa a todos los que no piensen igual a ellos, de traidores a la patria. Se equivoca una vez más este régimen forajido. Ya no engañan a nadie. Tanto los ciudadanos del país, como aquellos de otros países, reconocen quienes son los verdaderos traidores, los tienen identificados.
El abuso del poder ha sido denominado, por algunos teóricos de los derechos humanos, juristas y en particular organizaciones no gubernamentales, como "Terrorismo de Estado”. Son muchas las acusaciones y amenazas que pesan sobre mi, dirigidas por el gobierno, en su desesperación. Ya no les basta meterse conmigo, sino también con otras personas vinculadas a El Nacional, como nuestra junta directiva y comité editorial, personas dignas y de respetada reputación. Se meten hasta con el propio periódico. Me han calificado, ofendido, injuriado por cierto utilizando los medios que son de todos los venezolanos , corrijo que eran de los venezolanos, ya que hoy en día son sólo del gobierno, ya se sienten amos del país, porque se han apropiado de él.
Me siento en la necesidad de repetir hoy, que asumo plenamente mi responsabilidad y que, fiel a ella, durante las semanas que he permanecido fuera de Venezuela, he reiterado las denuncias sobre las campañas de persecución, amedrentamiento, acoso económico y judicial, no sólo a periodistas y editores, sino también a simples ciudadanos, dirigentes sociales, sindicales, empresariales y miembros de los partidos políticos, a estudiantes. Nadie que reclame la violación de un derecho, nadie que disienta del rumbo que lleva el país, nadie que aspire a una vida mejor y lo exprese en público, puede ejercer hoy su derecho a protestar, tal como lo establece la Constitución. Mientras Venezuela se derrumba, castigada por el fracaso de un modelo económico y social; mientras las familias venezolanas llevan una vida cada día más precaria, la pretensión de que El Nacional no hable de esas realidades es simplemente inaceptable. El país tiene necesidad de un gran cambio moral.
La campaña en contra de El Nacional no es nueva. Se ha intensificado en los últimos tiempos, pero es algo que hemos conocido en innumerables ocasiones desde 1943 y siempre nos hemos mantenido. Los gobiernos pasan los medios quedan. Cuando hace algún tiempo rechacé varias ofertas de vender el diario con cifras económicas que para otras han podido ser tentadoras, para mi no lo fue; porque Venezuela, ustedes, y la democracia valen más que todo. Con mi negativa a la venta, lo que hice fue ratificar la posición y la responsabilidad que varias generaciones de trabajadores, desde los fundadores a esta fecha, han suscrito a favor de la libertad de expresión y el progreso de nuestro país. Creo firmemente que se pueden derrocar las dictaduras.
Tal como lo narro a los lectores en el editorial de la edición que celebra nuestro 72 aniversario, durante la gira que he realizado por varios países a lo largo de los últimos tres meses, en todas partes he encontrado solidaridad y mucha preocupación por la situación venezolana. Instituciones, líderes políticos y sociales, organizaciones que defienden los derechos humanos y el ejercicio real de las libertades, se mantienen alertas ante los hechos de nuestro país. Es mucha más gente de lo que puede creerse y es muy alto el compromiso con nuestra lucha. Estas realidades me han conducido al convencimiento de que los venezolanos no estamos solos, tal como a menudo se nos quiere hacer creer.
Aunado a esto estamos llenos de esperanza y tenemos las mejores expectativas. El inicio de una nueva etapa para Venezuela, está a la vista y en él coinciden una mayoría aplastante de ciudadanos. La postura editorial de El Nacional no remite solo a su historia y a sus principios democráticos, sino que está en sintonía directa con la expresa demanda de millones de personas que reclaman un cambio y dicen ya basta.
Resistir, persistir a pesar de las dificultades, dar la cara por el país libre que queremos, ese ha sido, es y será el signo de El Nacional. Por lo tanto, no cabe esperar de nosotros otra actitud, otra conducta que no sea la de seguir informando y expresando nuestras opiniones, la de no doblegarnos ante las presiones del poder que se propone liquidar las libertades y la democracia.
Vamos a seguir adelante, de eso pueden estar seguros, tanto el grupito en el poder que pretende arruinar al país, como los millones de lectores que, dentro y fuera de Venezuela, asumen el profundo vínculo que nos une al destino de cada ciudadano.
A todo el personal de El Nacional mi gratitud y mi corazón.
¡Quien dijo miedo!
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