domingo, 8 de marzo de 2009
El discurso populista
El populismo y su discurso en es una actitud mental que siempre ve una eterna conspiración contra el pueblo pobre y desamparado y con esa manera de comunicar se trata de subvertir las instituciones democráticas. Se ha dicho también que el populismo es un intento de escapar de los problemas que impone la historia. Se trata entonces de un movimiento profundamente clasista y que puede incluso sacrificar la democracia que proclama, en aras de permanecer en el poder.
Para entender el discurso populista es mejor colocar en seguida los siete elementos básicos en que basa su doctrina:
(1) el fin justifica los medios;
(2) las imágenes que se manejan se relacionan con símbolos en su vestimenta y en sus formas de actuar y realizar sus arengas o proclamas;
(3) se necesita un contacto mítico con la masa;
(4) se opone con energía al orden establecido y a las élites políticas y empresariales;
(5) se inclina hacia las teorías conspirativas y es capaz de recurrir a la violencia;
(6) es un modelo nostálgico que coloca su mirada en el pasado;
(7) sacrifica el acto de gobernar para impulsar sus creencias.
La saturación ideológica y demagógica del discurso populista impide ver con claridad los problemas acuciantes de una sociedad y especial los problemas económicos que siempre son tratados con ciertos matices maniqueos e incluso pugnas. Así pues, predomina un discurso alegórico,combativo y a veces cínico.
Este discurso cumple diversas funciones (estructurante, decisional, pedagógica, terapéutica, persuasiva, propagandística, identificatoria y prospectiva). Y recurren, además, a tres elementos sociolingüísticos constitutivos: el peso de las palabras, las figuras retóricas y el empirismo ideológico permaneciendo en la forma, probablemente la más cercana de la antigua retórica y seguramente a los orígenes del discurso político.
Hay que recordar que el discurso populista se instala en un momento de sufrimiento y de expectativas para una gran parte de la sociedad en un período de crisis prolongada en búsqueda de salida. La palabra de los líderes populistas se apoya sobre una dinámica voluntarista de ruptura con el statu quo. Hay una alquimia de elementos racionales afectivos y emocionales.
El populismo es la respuesta de las masas a la acción de un hombre carismático. El estilo del líder cuenta para muchos, pues la forma supone el fondo. Es el juego de seducción , del contacto directo y caluroso y la energía contagiosa.
El cimiente fundamenta al populismo no es sociológico, sino psicológico, verdadero pedestal sobre el cual todos los otros componentes (sociológicos y económicos) se despliegan para formar un nuevo mundo imaginario.
Hay en este discurso, la evocación de los grandes mitos fundadores, ahí está su poder y su razón de ser. Los símbolos juegan aquí, un formidable rol.La forma emocional se superpone aquí a la palabra reflexionada.Los líderes hacen creer que pueden cambiar la realidad con el solo poder de la palabra.
Sin duda, este discurso puede transformarse en un peligro latente: una reacción de cólera y de desconfianza hacia las instituciones, hacia la oligarquía y hacia los empresarios.
El líder carismático asume un rol de transformación. Cuatro puntos son evocados a este respecto:
• la inspiración: el líder incita a los miembros del grupo a sobrepasarse a sí mismos para el éxito del conjunto;
• la consideración: el líder actúa como un mentor respecto de aquellos que tienen necesidad de ayuda para desarrollarse;
• el envalentonamiento: el líder estimula nuevas maneras de visualizar el cambio de creencias y de valores;
• la identificación: el líder representa, a la vez, la encarnación de un proyecto colectivo y la voluntad de captar la adhesión
de un número de personas cada vez mayor, al vender ilusiones.
La televisión se ha transformado en el ágora del espectáculo político. El análisis del discurso político no puede contentarse con cualificar las palabras y con subrayar las ocurrencias. La comprensión cualitativa de sus vínculos con la realidad social se impone (la sociedad y sus disfunciones).
Lejos de ser un discurso cualquiera, el discurso populista es, de alguna manera, una “oración” exuberante de crisis, generalmente sostenida por líderes percibidos como “salvadores”; una actitud maquiavélica de poder que reconstruye los valores comunes, hasta provocar una perversión cognitiva y desarrollar una voluntad de exclusión y de odio contra el otro.
Algunos de los indicadores más frecuentes del discurso populista son suministrados por el investigadorAlexandre Dorna en su arículo : Materiales para el Estudio del Discurso Político Populista (Universidad de Paris):
o Lenguaje simple, con pocos términos técnicos, fácilmente comprensibles para todos. La lógica discursiva abunda de sentido común y de voluntarismo. Los argumentos utilizados en los análisis no son para nada abstractos. La gestualidad está ahí (amplia y calurosa) para acompañar y aventajar la palabra.
o Fuerte presencia de promesas construidas en voz pasiva, sin actante explícito, pero describiendo con energía un impulso colectivo y una visión de futuro.
o La bipolarización del discurso es generalmente actitudinal (por o contra), polémica y tajante. Por un lado, está el nosotros y por otro lado están los otros, estos últimos connotados negativamente.
o El elogio del pueblo, la identificación, a veces folklórica, con sus raíces, atraviesa los discursos, a fin de dar todo su peso a la existencia y a la defensa de la identidad nacional.
o La crítica de las elites dirigentes se transforman en leitmotiv como corolario de la lucha contra el statu quo impuesto por el establishment, la clase política y las fuerzas ilegitimas que confiscan el poder al pueblo.
o La asunción discursiva se hace en torno de un “yo” siempre puesto por delante, así como otros pronombres personales que declinan bajo la forma de un “conmigo, mi país, mis compatriotas…”.
o Hay siempre una oposición “ellos-nosotros”, y un “nosotros” que engloba al pueblo y al orador en un todo dinámico: nuestro programa, nuestra patria, nuestro porvenir, nuestra camino…”.
o Los principales referentes son: la nación, el pueblo, el “nosotros“, la elite (connotada negativamente), la patria, nuestro país, los poderosos, los ricos, los abandonados, el trabajo, la familia, el esfuerzo nacional, la soberanía, los valores tradicionales, la seguridad individual y nacional…
o La utilización masiva de figuras retóricas particularmente: la repetición, la metáfora, la alegoría, la ironía, la antítesis, la parábola…
o El léxico, la gramática y la semántica están ahí para producir una suerte de música, donde el encadenamiento de las palabras forma una partitura que devuelve un ritmo que te coge y te hechiza.
o El orador utiliza a menudo la tercera persona hablando de sí mismo, a fin de poner en escena su propio personaje y teatralizar sus actos.
o El estilo es directo, con un hablador franco que rompe el discurso vacío tradicional de la clase política y de los funcionarios de la tecnocracia.
o La utilización masiva de una semántica con fuerte carga afectiva, que por analogía, reemplaza fácilmente la demostración de la lógica formal.
o Referencia permanente de la historia de la nación a fin de subrayar la pertenencia, la proximidad y las raíces personales.
o Dramatización y teatralización de los desafíos y las elecciones políticas.
o Gestualidad firme y rítmica, en que las palabras claves son puntuadas de manera repetida y las imágenes metafóricas seguidas de gestos de acompañamiento expresivos.
o Llamado a la cohesión nacional en torno a símbolos y a palabras claves que devuelven a viejos clivajes ideológicos.
o Evocación de los grandes mitos (nacionales) fundadores y fuerte explotación hábil de la leyenda y de las imágenes populares.
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1 comentario:
Excelente artículo. Este líder se aprovecha de la actitud de víctima que tienen muchos seres humanos, de dependientes y aprovechadores de los demás. Se parece tanto a algunos conocidos...
Saludos
Elizabeth Valarino
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