Por Bill Margaritis, Vicepresidente Corporativo de Comunicaciones Globales y Relaciones con los Inversionistas
Emigré de Grecia a los ocho años, sin saber hablar inglés. Encontré conductas que, aunque parecían naturales para otros niños, para mí eran literalmente foráneas. Tuve que construir mi reputación de la nada, lo hice observando cómo proyectar una personalidad positiva en el contexto norteamericano y adoptando el dictamen de Sócrates: “El camino para ganar una buena reputación es esforzarse por ser lo que deseas parecer”. Trata de ver tus incomparables talentos y experiencia, como una “compañía” que te tiene a ti como su Director Ejecutivo. Tu trabajo: crear una marca fuerte y reconocible, hacer crecer y diferenciar a tu negocio, pero sobretodo, proteger tu reputación.
- Tu marca y reputación dependen de la integridad. Construir una marca y una reputación conlleva un arduo trabajo, un compromiso con la excelencia y especialmente con la integridad. Para ganar influencia y respeto en cualquier aspecto de la vida, debes ser honesto. Con frecuencia las personas perdonan errores honestos, pero rara vez perdonan mentiras.
- Destácate. Los verdaderos Directores Ejecutivos viven el momento y el futuro simultáneamente. Esto los ayuda a comprender qué es relevante hoy y qué puede serlo próximamente. Un estudio riguroso de tendencias y características demográficas puede darte esta capacidad que te diferencia de otros. Tomarás decisiones más prudentes y estratégicas.
- Utiliza el pensamiento de caleidoscopio. Girar un caleidoscopio revela patrones que cambian. Cuando “te golpees contra la pared” en un desafío, demuestra una forma innovadora de resolver los problemas girando tu caleidoscopio mental para aplicar nuevos patrones de pensamiento y encontrar soluciones creativas y estratégicas.
- Fortalece los valores de liderazgo y llévalos a la práctica. Apóyate en los valores que te hacen único, pero percibe los valores complementarios de los líderes sumamente exitosos y combínalos con los tuyos. Sé decisivo, visionario y compasivo dentro de tu estilo de liderazgo.
Si no te tomas el trabajo como tu propio Director Ejecutivo, tu “negocio”, o sea tu vida, irá a la deriva. Recuerda las palabras de Aristóteles: “Todos somos ciudadanos del mundo”. Establécete como alguien que puede abrazar el cambio teniendo una visión amplia del mundo. Convertirte en tu propio Director Ejecutivo saca a relucir tus fortalezas y debilidades, ayudándote a desarrollar tu carrera, manejar tu marca y reputación con éxito.
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