miércoles, 14 de agosto de 2013

Hablar en Público

Los 3 errores más comunes al hablar en público

Autor: Nora Taboada


Primer error: No tomarse el tiempo de conectarse con la audiencia
En general las presentaciones sobre datos, instituciones y organizaciones nos aburren inmediatamente porque son totalmente impersonales y no existe conexión alguna con el presentador. En cambio, cuando se vuelve personal, cuando existe una conexión nos sentimos enganchados desde el inicio y deseamos saber más sobre el tema, esperando ver donde terminará el viaje que comienza en la introducción.

Los mejores presentadores son los que hacen un magnífico trabajo desde el inicio con 3 cosas:

1. Nos introducen rápidamente a su tema, sin rodeos.
2. Nos dan su punto de vista personal sobre el tema.
3. Nos brindan razones convincentes del porqué debería importarnos su tema.
Las conexiones personales se pueden lograr con ejemplos, narrativas e historias con las cuales la audiencia pueda relacionarse. Aunque se trate de una presentación financiera o de negocios siempre hay un ángulo humano que se refiere al consumidor. A la gente siempre le resulta inspirador escuchar los hechos importantes antes de llegar a la solución del problema o al producto. Y claro está, siempre considerando que al contar una historia “si es breve y buena, doblemente buena”.

Segundo error: No trabajar para que el diseño y el contenido sean relevantes

La mejor sensación que se puede generar en una audiencia es la de que está aprendiendo algo nuevo o ampliando una perspectiva, por eso otro punto importante es buscar un ángulo fresco, algo que nunca se haya dicho o tocado sobre el tema: “Siempre hay una nueva manera de contar una vieja historia”.
Hay que recordar que las personas de la audiencia son ‘inteligentes’ por tal razón parte de hacerlo relevante para ellos es saber que tanto hay que ahondar en las ideas y permitir que ellos saquen sus propias conclusiones. Un principio de la actuación, que puede ser usado al presentar es: ir un paso adelante de la audiencia; nunca dos pasos adelante porque los pierdes y, nunca uno atrás porque resultas predecible y aburrido.
Otra parte fundamental es definir cómo se irá revelando el contenido es decir: qué es lo que se va a exponer de manera verbal y que mensajes serán presentados por otros recursos multimedia. Hay que cuidar no ser repetitivo, ya que a la gente sólo le parece interesante una idea la primera vez que la ve.

Tercer error: No poner atención al lenguaje corporal

Los mejores presentadores saben que su lenguaje corporal es parte de su mensaje y determina su impacto, por eso cuidan los siguientes puntos:
  • Postura: Debe ser erguida pero natural, que denote dignidad sin arrogancia, más bien con autenticidad. Un buen tip es balancear el peso del cuerpo en ambos pies, y estos abrirlos a la altura de los hombros.
  • Tono de voz: Lo más recomendado es mantenerlo a un volumen conversacional y con un ritmo pausado; un buen tip al ensayar es hacerlo a un cuarto de la velocidad normal, porque si el presentador habla demasiado rápido puede afectar su dicción y perder a la audiencia.
  • Movimiento Corporal: El movimiento del cuerpo nunca debe de distraer la atención de la audiencia, y debe transmitir control. Algunos presentadores dominan el escenario y caminan al hablar; sin embargo, si ese no es tu estilo, lo ideal es mantenerse en un solo lugar con el cuerpo quieto de la cintura para abajo y concentrar el movimiento en las manos y el torso reforzando la presencia escénica.
  • Contacto Visual: El contacto visual es fundamental, una sugerencia es buscar unas cuantas caras “amigables” en el público y establecer contacto con ellas de manera frecuente durante la presentación.
Nunca olvides que para lograr el éxito al hablar en público es importante el ensayar hasta lograr el dominio de la presentación, porque la preparación siempre se nota y además ayudar a reducir los nervios. También es importante aprender a pedir retro-alimentación a otra persona antes de presentar, si sabes estar abierto a la crítica, el contar con una segunda opinión siempre enriquecerá tu resultado final.
Fuente: How to Give a Killer Presentation-Harvard Business Review by Chris Anderson.

lunes, 5 de agosto de 2013




Las mil bolitas...

Entre más envejezco, más disfruto de las mañanas de sábado.Tal vez es la quieta soledad que viene por ser el primero en levantarse, o quizá el increíble gozo de no tener que ir al trabajo .
De todas maneras, las primeras horas de un sábado son en extremo deliciosas.
Hace unas cuantas semanas, me dirigía hacia mi equipo de radioaficionado, con una humeante taza de café en una mano y el periódico en la otra.
Lo que comenzó como una típica mañana de sábado, se convirtió en una de esas lecciones que la vida parece darnos de vez en cuando . . . déjenme contarles:
Sintonicé mi equipo de radio en banda de 20 metros, para entrar en una red de intercambio de sábado en la mañana.
Después de un rato, me topé con un colega que sonaba un tanto mayor.
Él le estaba diciendo a su interlocutor, algo acerca de “unas mil bolitas”.Quedé intrigado ! y me detuve para escuchar con atención:
Bueno, Tomás, de veras que parece que estás ocupado con tu trabajo.Estoy seguro de que te pagan bien, pero es una lástima que tengas que estar fuera de casa y lejos de tu familia tanto tiempo.
Es difícil imaginar que un hombre joven tenga que trabajar sesenta horas a la semana para sobrevivir.
¡Qué triste que te perdieras la presentación teatral de tu hija !
Continuó:
Déjame decirte algo, Tomás, algo que me ha ayudado a mantener una buena perspectiva sobre mis propias prioridades.
Y entonces fue cuando comenzó a explicar su teoría sobre las “mil bolitas”.
Ves, me senté un día e hice algo de aritmética. La persona promedio vive unos setenta y cinco años, algunos viven más y otros menos, pero en promedio, la gente vive unos setenta y cinco años.
Entonces, multipliqué 75 años por 52 semanas por año,y obtuve 3.900 que es el número de sábados que la persona promedio habrá de tener en toda su vida.
Mantente conmigo, Tomás, que voy a la parte importante. Me tomó hasta que casi tenía 55 años pensar todo esto en detalle.
Continuó:
Y para ése entonces, con mis 55 años, ya había vivido más de 2800 sábados ! ! !Me puse a pensar que si llegaba a los 75, sólo me quedarían unos 1000 sábados más que disfrutar, así que fui a una juguetería y compré cada bolita que tenían. Tuve que visitar 3 tiendas para obtener 1.000 bolitas.Las llevé a casa y las puse en una fuente de cristal transparente, junto a mi equipo de radioaficionado.
Seguí escuchando atentamente:
Cada sábado a partir de entonces, he tomado una bolita y la he tirado.Descubrí que al observar cómo disminuían las bolitas, me enfocaba más sobre las cosas verdaderamente importantes en la vida.
No hay nada como ver cómo se te agota tu tiempo en la tierra, para ajustar y adaptar tus prioridades en esta vida.
Ahora déjame decirte una última cosa antes que nos desconectemos lleve a mi bella esposa a desayunar . . . Esta mañana, saqué la última bolita de la fuente de cristal . . . y entonces, me di cuenta de que si vivo hasta el próximo sábado entonces me habrá sido dado un poquito más de tiempo de vida . . .y si hay algo que todos podemos usar es un poco más de tiempo . . .
Me gustó conversar contigo, Tomás, espero que puedas estar más tiempo con tu familia.Hasta pronto, se despide “el hombre de 75 años ”, cambio y fuera, ¡ buen día !.
Uno podría haber oído a un alfiler caer al suelo en la banda cuando este amigo se desconectó..Creo que nos dio a todos, bastante sobre lo qué pensar Yo había planeado trabajar en la antena aquella mañana, y luego iba a reunirme con unos cuantos radioaficionados para preparar la nueva circular del club . .
En vez de aquello, desperté a mi esposa con un beso,” Vamos querida, te quiero llevar a ti y los chicos a desayunar fuera ”.
¿Qué pasa? preguntó sorprendida.
Oh, nada; es que no hemos pasado un sábado junto con los chicos en mucho tiempo. Por cierto : ¿podríamos parar en la juguetería mientras estamos fuera ? Necesito comprar algunas bolitas . . .
Nos acostumbramos a vivir en departamentos y a no tener otra vista que no sean las ventanas de alrededor. Y porque no tiene vista, luego nos acostumbramos a no mirar para afuera. Y porque no miramos para afuera luego nos acostumbramos a no abrir del todo las cortinas.
Y porque no abrimos del todo las cortinas luego nos acostumbramos a encender más temprano la luz.Y a medida que nos acostumbramos, olvidamos el sol, olvidamos el aire, olvidamos la amplitud.Nos acostumbramos a despertar sobresaltados porque se nos hizo tarde.
A tomar café corriendo porque estamos atrasados, a comer un sándwich porque no da tiempo para comer a gusto.
A salir del trabajo porque ya es la tard A cenar rápido y dormir pesados sin haber vivido el día.Nos acostumbramos a esperar el día entero y oír en el teléfono: ” hoy no puedo ir ”.
A sonreír a las personas sin recibir una sonrisa de vuelta. A ser ignorados cuando precisábamos tanto ser vistos.
Si el cine está lleno, nos sentamos en la primera fila y torcemos un poco el cuello.Si la playa está contaminada, sólo mojamos los pies y sudamos el resto del cuerpo.Si el trabajo está duro, nos consolamos pensando en el fin de semana.
Y si el fin de semana no hay mucho que hacer vamos a dormir temprano y quedamos satisfechos porque siempre tenemos sueño atrasado.
Nos acostumbramos a ahorrar vida. Que, de poco a poco, igual se gasta y que una vez gastada, por estar acostumbrados, nos perdimos de vivir.
Alguien dijo:
“LA MUERTE ESTA TAN SEGURA DE SU VICTORIA, QUENOS DA TODA UNA VIDA DE VENTAJA ”