domingo, 14 de noviembre de 2010

Un niño siempre quiere ser un mago







Cuando era pequeña , recuerdo que siempre escribía en la carta al Niño Jesús, un pedido que ansiaba con todo mi corazón: una varita mágica, la cual representaba el poder que un mago o ser sobrenatural podía tener como instrumento para lograr lo que quería. Y también quería una maquinita de hacer papelitos plateados. La imaginaba de todas las formas y colores, brillantes, resplandecientes. Con la varita podría lograr grandes regalos para mi familia y mis hermanos, además de conseguir volar y hacer cosas fabulosas, sorprendentes.

Cada 25 de diciembre lo que más ansiaba era ver brillar la varita entre mis regalos. Mis padres se esmeraban en ponerme toda clase de regalos…pero la varita mágica nunca llegó...

Como no se le realizan los sueños ni se le otorgan los poderes mágicos a ningún niño.

Con el tiempo, la madurez y la toma de conciencia con la realidad, ese sueño se alejó, hasta que una vez, un amigo Arquitecto, a quien admiraba por sus dotes de artista e ilusionista, me invitó a participar en un curso de magia. No podía creerlo!! Se podía aprender a ser mago!!. El podía convertirse en mi padrino y apoyarme en mi sueño.

Me inscribí de inmediato en el curso, el cual duró un año de estudios y prácticas intensivas con el gran mago Kassan, un general retirado, de principios y valores altruistas que enseñaba con dedicación a sus alumnos sin pedirles nada a cambio, sino que ayudaran a ser más felices a las personas que los vieran haciendo sus “efectos”. No permitía que dijéramos trucos.

Allí aprendí muchas cosas interesantes y prodigiosas de verdad, porque el ilusionista trabaja con las leyes de la percepción y los errores que ella conlleva, con elementos de la química y la física, con el teatro y la escenografía, con las habilidades actorales y de expresión verbal y postural. Pero además con el engaño y el buen humor, con el don de la oportunidad y la fantasía que cada quien tiene en su interior.

Es muy divertido aprender a ser mago, excepto que hay que practicar y practicar…100 veces cada efecto para no fallar. Para luego olvidarlos si no se practican. Se siente un placer especial ver las caras de asombro de los que ven el acto de magia, las risas de los niños, los gestos de incredulidad, los aplausos y los requerimientos de más y más y más. Y descubrir a los anti-magos, que quieren descubrir la verdad y no saborear la ilusión de la magia.

A los que nos gusta disfrazarnos y representar personajes, también agregamos el placer de cambiar de personalidad e imagen. Hasta el punto que a veces no nos reconocen cuando estamos en el escenario. Todo niño tiene su mago o su héroe adentro, dejemos salirlo alguna vez y representemos un acto para lograr esa felicidad y hacer felices también a los demás. Es una experiencia grata y hermosa.

Muchos de nosotros tenemos sueños que nunca intentamos realizar, ni siquiera un poquito, no trabajamos por ello, porque no nos atrevemos o porque perdemos la ilusión. No dejemos que eso ocurra, deja salir tu mago o tu héroe, mientras la vida pueda darte esa oportunidad. Así yo obtuve mi varita mágica, que aún conservo.

Le doy las gracias a mi querido amigo Germán y mi profesor Kassan, allá en el cielo, por esa hermosa experiencia, e igualmente a mis compañeros de la Peña Mágica, sitio de encuentro donde continuamente se aprenden nuevas experiencias y se renuevan los votos de secretos mágicos. Mi cariño para todos ellos en este mi momento de remembranza y agradecimiento.

Helizada

Se agradece respetar los derechos de autor y hacer la referencia de la fuente de este blog.
Valarino, Elizabeth (2010).Todo niño quiere ser héroe o mago. Publicado en: http://ventaninterior.blogspot.com
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