miércoles, 27 de agosto de 2014

Entrevista con Francisco Monalvi del IESA





En una primera parte de esta entrevista ya publicada, Francisco Monaldi (director del Centro de Energía del IESA y profesor visitante de la Universidad de Harvard) explicó su visión sobre la posible venta de CITGO, el uso del subsidio del combustible como parte del lobby político que hace el gobierno venezolano en Estados Unidos y el problema que significaría para PDVSA perder una de las refinerías que procesa crudo pesado y extrapesado, frente al avance de la industria petrolera canadiense y la posible expansión de México como parte del negocio.
En esta segunda parte, de tres entregas, Monaldi habla de las implicaciones políticas y económicas de entender el mercado internacional, las consecuencias que eso tendría para un país petrolero y otros ámbitos de las políticas públicas en torno al recurso natural no-renovable que mantiene prácticamente toda la economía nacional.
La entrada a esta segunda parte de la conversación también tiene implicaciones de la política internacional: al parecer, ahora más que nunca, la industria petrolera venezolana depende de quienes manejan el negocio en Estados Unidos.
¿Puede realizarse, a corto plazo, esa visión de cierta izquierda latinoamericana que propugna la posibilidad de crecer económicamente sin tener a Estados Unidos como socio comercial?Por supuesto que no. En el caso del petróleo, en América Latina nos estamos transformando en los principales clientes de los Estados Unidos: ellos nos exportan productos petroleros, porque no tenemos capacidad de refinación. No es cierto que tengamos un mercado importante en el continente, aparte de los Estados Unidos, para colocar crudo. De hecho, es todo lo contrario. Lo único que hay es un mercado para productos derivados del petróleo y a ese lo están surtiendo nada más y nada menos que los gringos. Incluyéndonos a nosotros, que estamos importando una gran cantidad de productos y cada vez vamos a necesitar más de los estadounidenses.
¿Venezuela sigue dependiendo de los Estados Unidos en el mercado petrolero?En este momento, geopolíticamente, los gringos tienen abundancia de crudos súper livianos y Venezuela de crudos extrapesados en la Faja del Orinoco. Una de las opciones que tienes para procesar los pesados es mezclarlo con livianos, que es lo que llaman “crudo diluido”, y que de todas maneras se debe refinar. Eso significa que hoy Venezuela depende más de Estados Unidos que Estados Unidos de Venezuela. Y no sólo en el tema petrolero, sino además en muchas otras cosas. Lo increíble del asunto es que el gobierno venezolano ahora tiene muchos más incentivos, unos incentivos como nunca los había tenido en los últimos diez años, para mejorar la relación con Estados Unidos. Porque si queremos producir más crudo, tenemos que importar productos livianos de los gringos. Así de sencillo. Estamos en una situación en la que, si este gobierno se plantea seriamente desarrollar los crudos pesados, tiene que pactar con Estados Unidos.
¿Cómo ve los convenios de Venezuela con otros países, como es el caso de las alianzas con Centroamérica y Petrocaribe?Eso es un negoción para todo el que lo recibe, menos para nosotros. El mejor negocio que tenía Venezuela, incluso por encima de Estados Unidos, era venderle petróleo a las islas del Caribe, porque a esos territorios no los podía suplir casi nadie. Era nuestro mercado cautivo. Le vendíamos carísimo a esos países antes de este régimen. Con el Pacto de San José, a algunos países de Centroamérica se les daba petróleo en condiciones favorables, pero nada como lo que se ha hecho ahora. El presidente Chávez se dio cuenta de que esos países estaban muy desesperados porque les subió el precio del petróleo y ellos viven de pura importación. Son naciones pobres y les pegaba durísimo ese incremento. Chávez lo vio como la oportunidad de tener influencia en el Caribe y Centroamérica. Por eso estableció este programa. Pero, cada año que pasa, eso ha significado más plata que deja de percibir el gobierno venezolano. Así de sencillo.
¿No se trata de convenios energéticos a crédito?Ellos dicen que son créditos, pero vamos a estar claros: la mayoría de esos países no están pagando. Las cuentas por cobrar de Venezuela a Petrocaribe se han acumulado de manera desorbitada. Es el caso de países como El Salvador, Nicaragua y, por supuesto, Cuba. Rafael Ramírez siempre lo plantea como una alianza en la que nosotros recibimos personal especializado, como médicos y entrenadores deportivos. Pero es distinto si lo analizas detenidamente.
¿Qué define a los convenios de Venezuela con Cuba, según sus análisis?Eso es un negocio insólito, porque a los médicos y entrenadores cubanos les pagan una absoluta miseria, mientras que Venezuela le cancela a Cuba esa cooperación con barriles de petróleo. Si lo analizas bien, ese médico vale lo mismo que un cirujano especializado en corazón abierto de la Clínica Mayo. Ese señor, al que le pagan tres lochas, nos sale carísimo. No estoy diciendo que no sea valioso el servicio que prestan los médicos o entrenadores cubanos en Venezuela, pero el precio que nos está costando, si lo calculas por el promedio de barriles de petróleo, es una locura. Con ese dinero te podrías traer a los mejores médicos del planeta a ejercer en Venezuela. Y eso no es lo que pasa actualmente.
La mayoría de los países que reciben petróleo de Venezuela no tienen capacidad para refinar crudos extrapesados. ¿Qué hacen con esos barriles? ¿Los revenden?Cuba, por ejemplo, vende una parte afuera. El problema es que a los países que no tienen refinerías no les sirve el petróleo, sino los productos. Lo que ha estado pasando es que Venezuela está teniendo dificultades para conseguir esos productos. Entonces, se da la paradoja de que a veces estamos comprando productos de otros productores para poder satisfacer los convenios, tanto los de Petrocaribe como varios más. Es algo insólito, una cosa loca. Rafael Ramírez creo que está claro en eso y por eso, en la reunión de Petrocaribe del año pasado, planteó un cambio radical del asunto. Por supuesto que todos los presidentes pegaron el grito al cielo. Para países como Haití, Jamaica y Nicaragua éste es el principal subsidio que reciben. Son países pobres y vulnerables que, si Venezuela les quita el subsidio, quiebran. Este tema es tan importante que el gobierno estadounidense está estudiando seriamente a Petrocaribe, porque le preocupa que, si Venezuela corta el subsidio por la problemática interna, estos países entren en crisis.
¿Existe el mismo riesgo de crisis para todos los países involucrados en esos convenios o hay alguna excepción que conozca?El único país que no nos necesita, pero igual nos está chuleando, es República Dominicana. Son los más vivos y viven de nosotros por nuestro subsidio, lo cual es muy paradójico. Los dominicanos colocan deuda en el mercado internacional a condiciones muchísimo más favorables que Venezuela. Es decir: el mundo considera que son mucho mejores pagando que nosotros. A Venezuela le cuesta muchísimo endeudarse, porque somos un país con un problema reputacional. Y nosotros le estamos prestando a intereses baratísimos a ese país que consigue deuda barata, cuando debería ser al revés: los dominicanos deberían estarse endeudando para pagarnos a nosotros. Es una vergüenza que, en las actuales circunstancias, Venezuela subsidie a República Dominicana.
¿Cómo resumiría la situación actual de PDVSA, con respecto a todas estas obligaciones en forma de convenios energéticos y subsidios?Lo que está pasando aquí es que tienes una empresa estatal que cada vez produce menos, que no hace las inversiones que debe y, además, está haciendo aguas por todos lados. PDVSA hoy es una tubería llena de huecos. El primer hueco es el mercado interno de combustibles, porque con el subsidio de la gasolina estás regalando 750.000 barriles diarios de todos los productos en Venezuela y algunos los estás importando a 120 dólares, pero los vendes a cero. Después están Petrocaribe y Petroamérica, porque también le subsidiamos a Uruguay y al Cono Sur. Todo lo que vendemos en el hemisferio occidental, excepto a Estados Unidos, lo vendemos sin obtener las ganancias que deberíamos o, peor aún, con pérdidas. El otro tema son los créditos con China, ¿porque quién recibe el crédito? No es PDVSA, sino el gobierno. Y el gobierno después le dice a PDVSA: “¡Págalo!”. Entonces la compañía tiene que enviar los barriles y, encima, le paga regalías al gobierno, como si ese petróleo se estuviera vendiendo cuando en realidad no lo vende: se lo entrega a China a cambio de ese crédito que recibió el gobierno. Esto explica que PDVSA esté ahorcada y sin un centavo, porque la suma de todos estos factores la desangra. Pero la cosa más loca de todas es que, en medio de esto, es el Banco Central de Venezuela quien financia todo el gasto de PDVSA en bolívares.
¿Cree que se financian esos compromisos domésticos de la estatal petrolera con dinero inorgánico, como dicen algunos críticos?El Banco Central de Venezuela está, literalmente, imprimiendo dinero para entregárselo a PDVSA y así pueda pagar todos los sueldos en bolívares que no tiene. Es una situación insólita. Lo peor es que hay una comprensión completa de esto dentro del gobierno, lo que pasa es que no se terminan de tomar las decisiones que irían orientadas a resolverlo.
Si no fuera un país petrolero, ¿cree que Venezuela habría entrado en default?Es muy probable. Pero este es un país que está vendiendo petróleo a un precio que está en su pico histórico. Por eso es que no estamos quebrados. Lo que pasa es que no puedes quebrar cuando produces algo que cuesta 20 dólares y lo vendes a 100. Pero al parecer están haciendo todo lo posible para llegar al abismo. De 2004 a 2008, el precio del petróleo comenzó a subir brutalmente y Venezuela tenía un superávit muy grande. Es como si te multiplicaran el sueldo diez veces de un golpe: al principio no sabes cómo gastarlo. Cuando llega 2008-2009, caen los precios del petróleo por la crisis financiera internacional y el gobierno comienza a gastar más de lo que le entra y, encima, se endeuda.
¿También hubo un salto en las deudas de PDVSA?El salto de la deuda financiera de PDVSA es una cosa brutal. En 2006 debía 3.000 millones de dólares y hoy debe 45.000 millones de dólares, con acreedores internacionales. A eso hay que agregarle los pasivos, como que no se le ha pagado a los proveedores. Hay socios a los que les deben pagos de hasta dos años de atraso. Hay un montón de expropiaciones que no se han pagado, como las de la Costa Oriental del Lago. Venezuela pasó de cerrar su presupuesto de 40 dólares en 2005 a una situación en la que si estuviera a 120 dólares todavía no alcanzaría. Pero el episodio más cataclísmico, lo que llevó todas estas variables al máximo grado de locura, fue la elección de 2012.
¿Cuáles fueron los elementos que convirtieron ese proceso electoral en una locura?El gasto público subió un 40%, los salarios 30% y las importaciones se incrementaron brutalmente por encima de 60.000 millones de dólares. Estas medidas forman parte de un fenómeno que ya es tradicional en la historia de Venezuela y es la manipulación de la macroeconomía para ganar elecciones. Es algo que ya se había hecho en el pasado, pero el chavismo lo llevó a extremos de locura nunca vistos. El déficit fiscal de todo el sector público venezolano estaba entre 17 y 20 puntos de todo el PIB. Para darnos una idea, los países que quiebran como quebró Grecia tienen 10. Es decir: el déficit fiscal más grande del planeta Tierra ocurrió en un país que, en ese año 2012, recibió el precio más alto por exportaciones de hidrocarburos de toda su historia.
¿De qué manera un gobierno puede llegar a esos niveles de endeudamiento sin que se le oponga resistencia?Uno de los mensajes importantes que quisiera transmitir es la idea de que esto que ocurrió en Venezuela, por razones políticas, fue de un grado de irresponsabilidad que no tiene precedentes. ¿Por qué pudo pasar eso? Porque hay un control de todas las instituciones que lo permite. PDVSA gastaba directo: el dinero no pasaba por el presupuesto nacional, sino que iba al Fonden, y el Banco Central de Venezuela dejó de ser una institución autónoma, por lo que la pueden usar para imprimir dinero cuando les dé la gana. La suma de todo eso llevó a esa situación de 2012, que el mismo Jorge Giordani recientemente confirmó. Hoy estamos viviendo la resaca de la rasca de 2012, que fue como una mezcla de crack con alcohol. Pero, además, el gobierno no termina de tomar las decisiones. La realidad es que, a pesar de que el precio del petróleo está alto, tenemos que apretarnos el cinturón.
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